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¿Por qué se producen las olas de calor?

Durante las semanas estivales no es excepcional que los telediarios abran con el aumento del impacto de las olas de calor como consecuencia del cambio climático. Una pesadilla veraniega que se vive cada vez más en mayor número de países europeos.

Cuando hablamos de olas de calor uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos es, por sorprendente que pueda parecernos, que no existe una definición admitida universalmente de qué es una ola de calor. Ya que los científicos no se ponen de acuerdo para consensuar cómo concretar este fenómeno meteorológico, aunque todos están de acuerdo en admitir que ya existían antes de que hiciera su aparición el ser humano.

Cada vez más frecuentes

Una de las definiciones que tienen mayor aceptación es la de un periodo de tiempo -más o menos prolongado- durante el cual el clima es excesivamente cálido. Este evento climático se caracteriza, además, por persistir durante varios días e iniciarse de forma abrupta.

En estos momentos se exige que la temperatura máxima sea superior al 5% de los días más cálidos registrados en julio y agosto de los años comprendidos entre 1971 y 2000, que ese registro térmico se detecte en, al menos, el 10% de las estaciones meteorológicas y que se mantenga, al menos, durante tres días consecutivos.

Si echamos la vista atrás las olas de calor son diez veces más frecuentes en las primeras décadas del siglo veintiuno en comparación con las dos últimas décadas del siglo veinte. Es más, los científicos no se cansan de repetir que las olas de calor en el futuro serán cada vez más intensas y frecuentes.

Un intercambio entre masas de aire frío y caliente

Para acercarnos a la física que se esconde detrás de las olas de calor lo primero que hay que tener en cuenta que es nuestra atmósfera no es estática, sino dinámica y que en ella hay corrientes de aire que pueden ser representadas como ondas. En ocasiones estas ondas invaden regiones fuera de su latitud habitual y modifican la temperatura.

Sabiendo esto, podemos decir que la génesis de las olas de calor se encuentra precisamente ahí, en el intercambio entre masas de aire frío y masas de agua caliente, que proceden de otro continente, en nuestro caso de África.

Las corrientes de chorro

Los científicos advierten que las olas de calor de Europa han aumentado entre tres y cuatro veces más rápido que en el resto de las latitudes similares del hemisferio norte. Un dato que no es baladí y que, para entenderlo, hay que relacionarlo con otro factor: las corrientes de chorro.

Se pueden definir como una corriente de aire concentrada a lo largo de un eje casi horizontal. Una autopista de aire –de entre 200 y 400 kilómetros de ancho- que se sitúa en la parte más alta de la troposfera (a unos diez kilómetros de altura) y que alcanza una velocidad próxima a los 250 Km/h.

Científicos de la Escuela del Clima de Columbia han descubierto que suele haber tres estados de la corriente de chorro, uno de los cuales es el estado de chorro doble. Básicamente consiste en la presencia de dos ramas de la corriente en chorro con mayor viento, una sobre el sur y otra sobre el norte de Eurasia.

Es precisamente la existencia de los eventos de doble chorro, que se han hecho más persistentes, lo que, sumado al calentamiento climático, hace que las olas de calor sean más intensas.

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