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¿Por qué los coches no hacen el estruendo de las motos al pasar?

¿Alguna vez se ha preguntado por qué su coche no suena como una motocicleta? La respuesta está en una pequeña caja de metal, a menudo escondida bajo el coche: el silenciador. Para entender cómo funciona, imagínese una tubería muy larga y tortuosa, llena de curvas y obstáculos. Los gases de escape del motor, generados en la combustión de la gasolina, tienen que viajar por esta tubería antes de salir al exterior.

Dentro del silenciador los gases se encuentran con un laberinto de cámaras y tubos. A medida que se mueven chocan entre sí y contra las paredes, perdiendo energía en forma de sonido. Es como cuando gritamos dentro de una concha, el sonido rebota por las paredes y se vuelve más suave.

Lana de roca y magia acústica

Además de este laberinto el silenciador suele estar lleno de un material absorbente, como la lana de roca, una especie de esponja que absorbe el sonido, reduciéndolo aún más. Es como si los gases tuvieran que pasar por una nube de algodón antes de salir al exterior.

Gracias a este ingenioso sistema, el silenciador consigue reducir drásticamente el ruido producido por el motor; sin él nuestros coches sonarían como aviones despegando, y vivir en una ciudad sería una experiencia bastante ruidosa.

Además de hacer que nuestros coches sean más silenciosos, este dispositivo también cumple otras funciones: reducir la contaminación acústica, mejorar el rendimiento del motor y proteger el medio ambiente.

Al disminuir el ruido el silenciador contribuye a mejorar la calidad de vida de las personas que viven cerca de las carreteras. Así mismo, un sistema de escape bien diseñado puede mejorar el rendimiento del motor al reducir la contrapresión, es decir, la resistencia que encuentran los gases al salir del motor. Además, algunos silenciadores incorporan catalizadores que ayudan a reducir las emisiones contaminantes del motor.

No todos los silenciadores son iguales

Pero no todos los coches llevan el mismo dispositivo, hay diferentes tipos de silenciadores y cada uno combate de una manera diferente el ruido y ofrece un sonido característico.

El más común es el llamado silenciador de absorción, que funciona como una esponja acústica, absorbiendo el sonido a medida que los gases de escape viajan a través de él. Suele estar relleno de materiales que actúan como amortiguadores del sonido. Este tipo de silenciadores son muy eficientes para reducir el ruido a bajas frecuencias.

El silenciador de expansión aumenta y disminuye el diámetro del tubo de escape en varios puntos, creando zonas de alta y baja presión que hacen que las ondas sonoras interfieran entre sí, cancelándose mutuamente. Son más compactos que los de absorción, pero pueden generar un sonido más resonante a altas revoluciones.

Similar al de expansión es el silenciador de interferencia, pero en lugar de cambiar el diámetro del tubo utiliza una serie de cámaras y perforaciones para hacer que las ondas sonoras reboten y se cancelen entre sí. Estos silenciadores son muy eficientes para reducir el ruido, pero pueden ser más pesados y voluminosos.

El silenciador de resonancia de Helmholtz utiliza el principio de resonancia para cancelar ciertas frecuencias de sonido. Es como un diapasón que vibra a una frecuencia específica, anulando el sonido que coincide con esa frecuencia. Es un silenciador muy eficiente para reducir el ruido en un rango de frecuencias muy estrecho.

Por último, estaría el conocido como silenciador de resonador lateral, que utiliza un tubo perforado que rodea al tubo de escape principal. Los agujeros permiten que parte de los gases de escape entren en el tubo exterior, donde se mezclan y se expanden, reduciendo el ruido. Estos silenciadores son compactos y eficientes, pero pueden generar un sonido más resonante a bajas frecuencias.

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