«No tengo móvil. No te deja pensar»
No tiene móvil, una rareza en el mundo occidental, así que atiende esta entrevista por un fijo desde Alemania. La acordamos un día concreto porque los siguientes los pasará «completamente desconectado». El neurocientífico argentino Rodrigo Quian Quiroga, una eminencia en el conocimiento de cómo funciona la memoria humana, intenta vivir (y trabajar) con el menor número de distracciones posible, de ahí la decisión de prescindir del celular. Y de las redes sociales. No es misantropía. «Es que no quiero que me bombardeen. Quiero tener tiempo para pensar y dedicarme a mis intereses», dice. Después de pasar veinte años en la Universidad de Leicester (Inglaterra), donde ha sido director del Centro de Neurociencias de Sistemas, desde mayo prosigue con sus investigaciones en el Hospital del Mar Research Institute en Barcelona. Allí está armando un grupo de trabajo para registrar neuronas individuales, una a una, en el cerebro. Una proeza teniendo en cuenta que hay 86.000 millones. «Es algo muy especial que se hace en muy pocos países del mundo», asegura. Así es como en 2005 descubrió la neurona Jennifer Aniston, que le hizo mundialmente famoso.
―Su nombre está irremediablemente unido al de la actriz.
―Fue la primera neurona que descubrí cuando empecé a hacer estos registros en Estados Unidos. Fue muy sorprendente. Mostré al paciente 87 fotos de actores, políticos o deportistas, todos muy conocidos, y la neurona solo respondía a las siete fotos que tenía de Aniston y a ninguna otra cosa. La cuestión es que todas las imágenes eran distintas: diferentes posiciones, de frente, de perfil… Y eso es lo interesante.
―¿Qué demostraba?
―Que la neurona no respondía a una imagen específica sino al concepto de Jennifer Aniston. Mostraba cómo el cerebro humano es capaz de abstraer u formar memorias.
―Después encontró muchas más.
―Sí, encontré otra que me respondía a Oprah Winfrey, otra a Halle Berry, a Luke Skywalker, a Maradona… Son distintas neuronas que respondían a conceptos específicos y eso fue muy sorprendente. Fue un un hallazgo inesperado y a partir de ahí seguimos haciendo experimentos. También comprobamos que las neuronas respondían al nombre escrito o hablado. Por ejemplo, la de Oprah se activaba si aparecía el nombre escrito en la pantalla de mi laptop o si lo decía. Y eso no es trivial, porque son modalidades de estimulación distinta. No importa cómo evoco el estímulo. El significado es el mismo y la neurona responde igual.
―¿Qué le pasa a la neurona de Maradona cuando ve la foto de Maradona?
―Podemos compararlo a un contador Geiger de radiactividad. Si no hay radioactividad, el aparato hace tac-tac-tac (despacio). De repente, si pasa por encima de una muestra radiactiva, empieza a ir a toda velocidad: ta-ta-ta-ta-ta-ta. Con una neurona pasa algo parecido. La neurona se activa cada tanto por actividad espontánea, pero si le muestras el estímulo que codifica, al que responde, se dispara como una metralleta.
―¿Qué hace falta para que esto ocurra, para que algo forme parte de nuestra memoria?
-Tendemos a formar memorias con cosas que nos son interesantes o familiares. No vas a formar una memoria de algo que no te interesa. Por ejemplo, si yo veo pasar a mi hermana por la calle, voy a formar un recuerdo. Pero si veo pasar a una mujer que tiene la misma edad y aspecto que mi hermana, no voy a hacerlo porque no significa nada para mí.
―¿Pasa lo mismo en el cerebro de otros animales?
―No. Nadie ha podido descubrir nada parecido en monos, ratones ni en ningún otro animal con el que se haya experimentado. Estas neuronas son exclusivas del ser humano. Y es lo que nos permite hacer abstracciones.
―¿Cómo ha sido el cambio al Hospital del Mar?
―Estoy encantado. Es el único lugar de España y uno de los pocos del mundo que está en la cresta de la ola de esta tecnología. Trabajamos con pacientes con epilepsia que no responden a la medicación y que se van a someter a cirugía.
―¿Cómo registran las neuronas?
―Los pacientes llevan unos electrodos dentro del cerebro por motivos clínicos, para ver de dónde vienen las crisis, pero al mismo tiempo esos electrodos nos dan información sobre la actividad de las neuronas. Este registro se hace en el hipocampo, un área clave para la memoria. Podemos registrar más o menos hasta 100 neuronas. Si una me responde a Jennifer Aniston, estoy seguro de que tiene que haber más que hagan algo parecido. Lo que pasa es que no las estoy registrando porque hay miles y miles de neuronas alrededor. Trabajaremos con diez o veinte pacientes al año.
―Hay una corriente educativa que opta por reducir el uso de la memoria en el aprendizaje, ¿es un error?
―Es difícil contestar porque la educación involucra muchas áreas de conocimiento. No es lo mismo aprender matemáticas que geografía o historia. Lo que yo vengo proponiendo desde hace un tiempo es que quizás convendría enfocarse en menos contenidos, pero tratar de afianzarlos. Creo que es un error pedir a los chicos que aprendan algo de memoria para un examen y a la semana siguiente ya lo hayan olvidado todo. No tiene sentido porque al fin de año no te queda nada. En vez de acordarse de fechas, nombres de próceres, ríos y montañas, puede que sea más interesante extraer la información esencial de estas cosas e ir tejiendo telares de conocimiento. Asociar conceptos, hilar una historia y volver sobre los temas una y otra vez, lo que va en contra de aprender una cosa detrás de otra de memoria.
―Si no recordamos un dato, lo buscamos en Google al instante. ¿Las nuevas tecnologías afectan a nuestra memoria?
―Yo no uso teléfono celular y siempre tengo problemas porque la gente no me cree. No hay nada malo en un móvil, puede ser una gran ayuda si se usa razonablemente, pero creo que hay que tener cuidado porque estamos siendo sometidos a un bombardeo fenomenal de información, lo que nos quita tiempo para pensar. Si tenemos el celular al lado y llega un wasap, el messenger, un correo electrónico, (una notificación de) Facebook… llega un momento en el que perdemos la capacidad de meternos profundamente en un tema sin distraernos.
―Cada vez es más difícil.
―A veces me gusta irme y desconectar y, bueno, no estoy disponible. Quiero poder perderme en mis pensamientos o estar enfocado en las cosas que realmente quiero hacer o me interesan. A veces la gente me pregunta: ¿Cómo haces para sobrevivir sin móvil? Bueno, pues igual que hace 20 años. Tampoco me gustan las redes sociales; invertir tiempo en tener más ‘likes’ o seguidores, no es lo que quiero. Prefiero abstraerme, encerrarme en algún lado, escribir un libro y ojalá que a la gente le guste. Pero mis pensamientos están en el libro, no en un tuit o en una entrada de Facebook.
―¿Debemos desconectar más?
―Sí, si queremos ser creativos. Si quieres tener una buena idea, algo brillante que una dos conceptos diferentes, por ejemplo, no puedes estar pensando en 40 millones de cosas a la vez. Necesitas desconectar, concentrarte en tus pensamientos y meterte en profundidad en los conceptos que quieras relacionar. Y eso puede ocurrir mientras miramos las nubes, no haciendo nada.
―¿La memoria se puede mejorar?
―Es importante invertir en ciencia todo lo que podamos para tratar de paliar enfermedades donde la memoria se deteriora patológicamente, como el alzhéimer, que es devastador. Pero así, como objetivo general, no sé si tiene sentido, porque, como le decía, una de las cualidades fundamentales de la inteligencia humana es la capacidad de olvidar. Entonces yo no sé si quiero recordar demasiada información, porque me bloquea, me ciega para extraer lo que es más importante. Es como el cuento de Borges ‘Funes el memorioso’. Funes se golpea la cabeza en un accidente con un caballo y recuerda absolutamente todo. En su abarrotado mundo no hay más que detalles inmediatos y no puede pensar porque tiene demasiada información. En vez de tratar de recordar más, yo trataría de afianzar los conocimientos que tengo. Tratar de entenderlos mejor.
―No podemos recordarlo todo.
―Cuando digo que tenemos neuronas que representan conceptos, estoy diciendo que estas neuronas dejan de lado un montón de detalles. La capacidad de abstraer es la capacidad de olvidar detalles que son irrelevantes.
―Elon Musk quiere conectar el cerebro directamente con un ordenador.
―Si eso se utiliza para curar una patología, totalmente de acuerdo. Pero conectar un cerebro a una computadora para tener acceso a más información, un disco duro infinito donde tengas todo internet, yo no lo querría. Porque justamente es lo contrario que caracteriza el pensamiento humano. Dejamos de lado un montón de información para poder abstraer y tener pensamientos mucho más abstractos de los que puede tener cualquier otra especie.
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