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La nave que nos devolverá a la Luna supera la prueba de radiación en su primer viaje

El 11 de diciembre de 2022 la misión Artemis I sin tripulación amerizaba en el Pacífico tras 25 días de viaje y 2,2 millones de kilómetros recorridos alrededor de la Luna. El viaje suponía un paso fundamental para que la humanidad vuelva al satélite natural previsiblemente en 2026, al tiempo que servía para poner a prueba el comportamiento de la cápsula Orion, donde volarán los astronautas, al exponerse a la radiación del espacio. Para ello, la nave llevaba en su interior varios sensores, algunos de ellos dentro de dos maniquíes, Helga y Zohar. Los primeros datos recogidos durante el viaje, dados a conocer este miércoles en la revista ‘Nature’ por un equipo de la Agencia Espacial Europea (ESA), el Centro Aeroespacial Alemán (DLR) y la NASA, sugieren que la salud de los futuros tripulantes de carne y hueso no se verá afectada por las partículas de alta energía que cruzan el espacio.

Los resultados de las mediciones muestran que la exposición a la radiación dentro de Orion varió significativamente según la ubicación del detector, y que las áreas más seguras proporcionaron cuatro veces más protección que las menos protegidas, lo que, según los investigadores, «valida el diseño de protección de la nave espacial». La exposición a la radiación de los grandes eventos de partículas solares en el área más protegida de la cápsula se mantuvo por debajo de los 150 milisieverts, un nivel seguro para evitar la enfermedad por radiación aguda.

La orientación de la nave espacial también afectó a la exposición a la radiación; un giro de 90 grados durante el paso de Orion por el cinturón de Van Allen interior -bandas magnéticas que rodean nuestro planeta a apenas miles de kilómetros sobre nuestras cabezas- redujo la exposición a la radiación en un 50%, lo que proporciona «una valiosa información para futuros diseños de misiones».

El equipo científico concluyó que es poco probable que la exposición a la radiación en futuras misiones de Artemis supere los límites de la NASA para los astronautas, «lo que confirma la idoneidad de Orion para misiones tripuladas».

Según informa, la ESA contribuyó con cinco dosímetros móviles colocados en varios lugares de la Orion para medir la radiación; la tecnología se basó en un predecesor que fue probado por los astronautas europeos Andreas Mogensen y Thomas Pesquet en la Estación Espacial Internacional (ISS) durante sus misiones Iriss y Proxima, y un sistema similar está en desarrollo para su uso a bordo de la Gateway, la futura estación que orbitará alrededor de la Luna.

La seguridad de los astronautas

Los investigadores del equipo internacional conjunto siguen analizando los datos extraídos de las mediciones de radiación captadas durante los 25 días del vuelo de Artemis I, incluida la comparación de la exposición a la radiación entre los maniquíes fantasma Helga, que voló sin protección, y Zohar, que llevaba un chaleco protector. «Estos datos serán importantes para garantizar la seguridad de los astronautas en futuras misiones de Artemis», explica el equipo en un comunicado.

«La misión Artemis I supone un paso crucial para avanzar en nuestra comprensión de cómo la radiación espacial afecta a la seguridad de las futuras misiones tripuladas a la Luna. Con los monitores de radiación colocados por toda la cápsula Orion, estamos obteniendo información valiosa sobre cómo la radiación espacial interactúa con el blindaje de la nave espacial, los tipos de radiación que penetran para llegar al cuerpo humano y qué áreas dentro de Orion ofrecen la mayor protección. Este conocimiento es inestimable, ya que nos permitirá estimar con precisión la exposición a la radiación de los astronautas de la ESA antes de su viaje al espacio profundo, garantizando así su seguridad en misiones a la Luna y más allá», afirma Sergi Vaquer Araujo, jefe del equipo de Medicina Espacial.

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