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La guerra entre Rusia y Ucrania también se libra en el cielo (y Elon Musk tiene mucho que decir)

Casi cada semana, un cohete de la compañía SpaceX despega desde las estaciones espaciales de Florida y California, en Estados Unidos. Cada aeronave pone en órbita a decenas de ‘pequeños’ satélites de hasta 30 metros de envergadura y 260 kilogramos. A diferencia de los que se destinan a la observación meteorológica, estos artefactos quedan suspendidos a tan solo 550 kilómetros de la superficie terrestre, una ‘corta’ distancia que les permite llevar internet de alta velocidad a casi todos los rincones del planeta.

A día de hoy, la red Starlink, propiedad del magnate Elon Musk, ha desplegado un total de 4.541 satélites, lo que representa más del 62% de los 7.313 artilugios artificiales que siguen activos, según un análisis del astrónomo Jonathan McDowell. Hay tantos en órbita que se confunden con estrellas fugaces. Desde el cielo, lo que suceda en la Tierra puede parecer ajeno y minúsculo. Sin embargo, esta constelación satelital está siendo crucial en la guerra entre Rusia y Ucrania, un rol que inquieta a gobiernos de todo el mundo.

El 1 de marzo de 2022, Kiev ardía. Una semana después de poner en marcha la invasión militar de su país vecino, Moscú bombardeaba la torre de televisión de la capital ucraniana en un claro intento de silenciar su activa campaña propagandística en las redes sociales. Aunque la infantería y la artillería han determinado el curso de 18 meses de conflicto, el acceso a internet ha sido crucial para garantizar la supervivencia de Ucrania. «Nuestro gobierno ha podido ser operativo porque tenía Starlink sobre mi cabeza», ha reconocido Olga Stefanishina, viceprimera ministra de Integración Europea y Euroatlántica. A oscuras, la resistencia militar y civil habría sido imposible.

«Nuestro gobierno ha podido ser operativo porque tenía Starlink sobre mi cabeza»

Olga Stefanishina

Viceprimera Ministra de Integración Europea y Euroatlántica

Crucial para la guerra

En los primeros compases de la guerra, los combates interrumpieron las comunicaciones en el sureste del país. Fue entonces cuando el ministro ucraniano de Transformación Digital, Myjailo Fédorov, pidió ayuda a Musk. El multimillonario respondió activando el servicio de banda ancha por satélite de Starlink y desde entonces ha mandado más de 42.000 terminales que llevan internet ahí donde no llegan las torres de telefonía móvil ni los cables de fibra óptica. «Fue el principio de una gran historia, porque las tecnologías de Starlink cambiaron esta guerra», aseguró Fédorov el pasado noviembre.

El acceso a una extensa red de internet satelital ha permitido mantener a la sociedad ucraniana en línea y los hospitales en funcionamiento, evitar el colapso de muchos negocios y articular la batalla informativa. Convertida en la «base de toda la infraestructura de comunicaciones», Starlink ha sido clave para conectar al Estado Mayor ucraniano y sus tropas, coordinar ataques navales y con drones (120 en lo que va de año) y agilizar las operaciones de los servicios de inteligencia para recabar información de las tropas enemigas.

Así, Ucrania ha podido aventajar a Rusia, que no prevé activar sus servicios de internet satelital hasta 2027. «El Kremlin ha confiado en sistemas de radio mucho más arcaicos, a veces sin encriptar, lo que ha provocado la muerte de varios generales al ser sus emisiones detectadas por Kiev», explica Christian D. Villanueva, analista militar y director de la revista ‘Ejércitos’.

Musk domina el cielo

Fundada el año 2002, SpaceX ha ido ganando peso hasta convertirse en un actor indispensable en el campo aeroespacial. Su valoración actual se acerca a los 150.000 millones de dólares, lo que la sitúa entre las 80 empresas más valiosas del mundo. Con sus satélites de baja órbita, Starlink proporciona internet a más de 50 países de los cinco continentes. «A día de hoy no hay ninguna alternativa que ofrezca lo que Starlink, dado el grado de cobertura, la resiliencia de la red y la velocidad de los datos», añade Villanueva.

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«A día de hoy no hay ninguna alternativa que ofrezca la cobertura, resiliencia de red y velocidad de datos que ofrece Starlink»

Christian D. Villanueva

Analista militar y director de la revista Ejércitos

SpaceX domina un mercado cada vez más estratégico. Ese éxito también bebe del apoyo que le ha prestado el Gobierno de EEUU, uno de sus principales clientes. Desde la NASA hasta las Fuerzas Armadas estadounidenses han recurrido a sus cohetes y satélites militares tanto para la exploración espacial como para tareas de vigilancia. Desde 2003, la empresa de Musk ha sido regada con 15.300 millones de dólares en subsidios públicos, según ‘The Information‘.

Dependencia preocupante

Todo eso ha hecho que Musk ostente mucho más poder que la mayoría de gobiernos. «Entre Tesla, Starlink y Twitter, puede que tenga en la cabeza más datos económicos mundiales en tiempo real que nadie», tuiteó el pasado abril en toco jocoso. El milmillonario controla una ansiada tecnología que es muy cara de desplegar, puede decidir unilateralmente qué países desconecta de internet y acceder a la información sensible que viaja por sus satélites.

«Entre Tesla, Starlink y Twitter, puede que tenga más datos económicos mundiales en tiempo real que nadie»

Elon Musk

Empresario, inversor y magnate tecnológico

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La dependencia de un personaje tan érratico e impredecible como Musk despierta no pocos temores. La percepción ucraniana se ha ido agrietando a medida que el magnate ha sugerido que Kiev debería reconocer territorios anexionados por Rusia como Crimea para alcanzar un acuerdo de paz. Su decisión de restringir el acceso a Starlink para lanzar ataques ha obligado a los de Volodímir Zelenski a buscar otras vías para ejecutar su estrategia militar. Desde el inicio de la guerra, al menos nueve países han hablado con funcionarios de EEUU sobre el poder que amasa Musk, según una investigación de ‘The New York Times‘. Las «tremendas preocupaciones» de naciones como Taiwán se expresan en privado para no enfadar al empresario. Aun así, Villanueva señala que «hay una diferencia entre las declaraciones de Musk para defender su empresa o por afán de protagonismo y lo que ha hecho en la práctica, manteniendo el suministro a Ucrania».

Aunque SpaceX ha vendido ese apoyo logístico como un gesto caritativo, documentos obtenidos por ‘The Washington Post‘ revelaron que la Casa Blanca habría financiado parcialmente la operación con más de tres millones de dólares de las arcas públicas. Polonia, con una aportación de 5,9 millones, y Reino Unido también habrían contribuido al despliegue de esos satélites. Musk aseguró en octubre que no podía financiar indefinidamente sus donaciones privadas a Ucrania, cuyo coste mensual superaría los 20 millones de dólares. En junio, el Pentágono cerró un contrato con la compañía para comprar sus terminales cuyo importe no ha sido revelado.

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