Ha llegado la hora de declarar una nueva era: el Antropoceno Lunar
En el año 2000, el Nobel de Química Paul Crutzen hizo mundialmente famoso un nombre, ‘antropoceno’ (de las palabras griegas ‘anthropos’, que significa ‘humano’, y ‘kainos’, que quiere decir ‘nuevo’) para designar una nueva época geológica en la Tierra, caracterizada por el profundo impacto que están causando los seres humanos en el planeta. Ahora, un grupo de expertos de la Universidad de Kansas considera que el término se ha quedado pequeño, y que debería extenderse también a nuestro satélite ya que no solo la Tierra, sino también la Luna, está empezando a quedar marcada de forma indeleble por la huella del hombre y su progreso.
Según explican los científicos en un artículo que hoy mismo se publica en ‘Nature Geoscience’, ha llegado la hora de hablar del ‘Antropoceno Lunar’. Los humanos perturbamos por primera vez la tranquilidad del polvo lunar el 13 de septiembre de 1959, cuando la nave espacial no tripulada de la URSS ‘Luna 2’ se posó en la hasta entonces inmaculada superficie de la Luna. Pero eso fue solo el principio.
En las décadas siguientes, más de cien naves espaciales han tocado la Luna, con tripulación o sin ella, a veces aterrizando de forma controlada y otras estrellándose. Los alunizajes más famosos, por supuesto, fueron los módulos lunares del programa Apolo de la NASA, que para asombro de la humanidad consiguieron por primera vez llevar humanos a la superficie de la Luna.
Muchos, sin embargo, no saben que lo primero que hicieron los astronautas del Apolo 11 tras aterrizar en la Luna el 16 de julio de 1969 fue… tirar la basura. Una gran bolsa blanca con los residuos y desechos acumulados por la tripulación durante los días de vuelo. La primera fotografía tomada por Neil Armstrong nada más poner su pie en la Luna, de hecho, no fue un paisaje, ni la nave recortando su silueta sobre el escarpado y brillante terreno lunar, sino esa primera y representativa bolsa de basura.
La invasión lunar, a punto de empezar
Pero la auténtica ‘invasión’ no ha empezado todavía, aunque está a punto. En los próximos años, en efecto, decenas de misiones y proyectos ya planificados por varios países cambiarán la faz de la Luna de formas más extremas y para siempre. Por eso, según los antropólogos y geólogos de la Universidad de Kansas, ha llegado la hora de reconocer que los humanos se han convertido (o están en puertas de convertirse) en la fuerza principal a la hora de transformar el entorno y el paisaje lunar. Lo cual inaugura una nueva época geológica en la historia de nuestro satélite, el Antropoceno Lunar. La fecha propuesta por los científicos para el inicio de la nueva era es la del aterrizaje del ‘Luna 2’ el 13 de septiembre de 1959.
«La idea – explica Justin Holcomb, autor principal del artículo- es muy similar a la discusión sobre el Antropoceno en la Tierra: se trata de explorar cuánto han impactado los humanos en nuestro planeta. El consenso es que en la Tierra el Antropoceno comenzó en algún momento del pasado, ya sea tan lejos como hace cientos de miles de años o tan cerca como es la década de 1950. De manera similar, en la Luna, sostenemos que el Antropoceno Lunar ya ha comenzado, pero queremos evitar daños masivos o un retraso en su reconocimiento hasta que seamos capaces de medir un halo lunar significativo causado por actividades humanas, lo cual sería demasiado tarde».
Según el investigador, la aplicación del concepto de Antropoceno Lunar ayudará a disipar el mito de que la Luna es un entorno inmutable y apenas afectado por la humanidad. «Los procesos culturales -prosigue Holocomb- están empezando a superar el trasfondo natural de los procesos geológicos en la Luna. Estos procesos implican el movimiento de sedimentos, a los que nos referimos como ‘regolito’ lunar. Normalmente, estos procesos incluyen impactos de meteoritos y eventos de movimientos masivos, entre otros. Sin embargo, cuando consideramos el impacto de los rovers, los módulos de aterrizaje y el movimiento humano, nos damos cuenta de que también perturban significativamente el regolito».
«En el contexto de la nueva carrera espacial, el paisaje lunar será completamente diferente dentro de 50 años. Estarán presentes varios países, lo que generará numerosos desafíos. Nuestro objetivo es disipar el mito de la estática lunar y enfatizar la importancia de nuestro impacto, no sólo en el pasado sino también en el presente y en el futuro. Nuestro objetivo es iniciar debates sobre nuestro impacto en la superficie lunar desde ya, antes de que sea demasiado tarde», añade el principal autor del artículo.
Proteger el entorno lunar…
Aquí, en la Tierra, donde ya empezamos a ser masivamente conscientes de las consecuencias de nuestra presencia, muchos entusiastas del aire libre se mueven, acampan o transitan por la naturaleza siguiendo el principio de ‘no dejar rastro’. Algo que, sin embargo, no existe por ahora en la Luna.
Según los autores, en efecto, los restos de las misiones humanas a la Luna incluyen «componentes de naves espaciales desechados y abandonados, bolsas de excrementos humanos, equipos científicos y otros objetos (por ejemplo, banderas, pelotas de golf, fotografías, textos religiosos…)».
«Sabemos -reza el artículo- que si bien la Luna no tiene atmósfera ni magnetosfera, sí que tiene una delicada exosfera compuesta de polvo y gas, así como hielo dentro de áreas permanentemente sombreadas, y ambas son susceptibles a la propagación de los gases de escape. Las futuras misiones deben considerar la mitigación de los efectos nocivos en los entornos lunares«.
…y también los lugares históricos
Pero Holcomb y sus colegas no solo quieren utilizar el concepto de Antropoceno Lunar para prevenir el futuro impacto ambiental negativo que dejará allí la humanidad, sino también para llamar la atención sobre la vulnerabilidad de los lugares con valor histórico y antropológico, que hoy por hoy carecen de cualquier tipo de protección legal o política.
«Un tema recurrente en nuestro trabajo -dice Holcomb– es la importancia del material lunar y las huellas en la Luna como recursos valiosos, similares a un registro arqueológico que estamos comprometidos a preservar. El concepto de Antropoceno Lunar tiene como objetivo generar conciencia y contemplación sobre nuestro impacto en la superficie lunar, así como nuestra influencia en la preservación de artefactos históricos.
Se trata, en otras palabras, no sólo de proteger los espacios naturales, sino también de preservar y catalogar elementos ‘históricos’ como vehículos exploradores, banderas, pelotas de golf, huellas o cualquier otra cosa que sea indicativo de presencia humana.
«Como arqueólogos -concluye Holcomb-, percibimos las huellas en la Luna como una extensión del viaje de la humanidad fuera de África, un hito fundamental en la existencia de nuestra especie. Estas huellas están entrelazadas con la narrativa general de la evolución. Es dentro de este marco que buscamos captar el interés no sólo de los científicos planetarios sino también de los arqueólogos y antropólogos, que normalmente no participan en debates sobre la ciencia planetaria».
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