El nuevo bloqueo tecnológico de EEUU a China amenaza con dinamitar los avances diplomáticos
Justo cuando parecían haberse relajado, las relaciones entre Estados Unidos y China podrían volver a saltar por los aires. Este miércoles, el presidente Joe Biden firmó una orden ejecutiva con la que prohíbe a las compañías de capital riesgo de su país invertir en tres sectores clave de la economía china: semiconductores y microelectrónica, computación cuántica y ciertos sistemas de inteligencia artificial (IA).
La restricción de Washington ha indignado a Pekín, que la ha calificado de «coerción económica y de acoso tecnológico» y ha advertido de que «protegerá firmemente sus derechos e intereses», sin detallar qué medidas tomará. El régimen de Xi Jinping ha presentado una queja formal a EEUU en la que lamenta que se busque frenar la inversión estadounidense «abusando del concepto de seguridad nacional y politizando los asuntos comerciales». «Sus verdaderos propósitos son privar a China del derecho al desarrollo y mantener su propia hegemonía», añade el comunicado.
La cancillería china ha exigido que se retire «de inmediato» ese bloqueo. Sin embargo, nada hace pensar que la Casa Blanca opte por dar un paso atrás. Y es que, en su carta al Congreso, Biden ha justificado torpedear esos tres sectores de la economía china alegando que impulsan «tecnologías y productos sensibles críticos para las capacidades militares, de inteligencia, vigilancia o cibernéticas» que suponen una amenaza para EEUU.
Se espera que la medida entre en vigor el próximo año y que también afecte a las empresas ubicadas en Hong Kong, según ‘The Washington Post‘. Irónicamente las firmas de capital riesgo estadounidense que ahora tendrán prohibido invertir en China son las mismas que durante la década de los 90 ayudaron en la financiación y expansión internacional de las compañías tecnológicas del gigante asiático que ahora EEUU ve como una amenaza.
Impacto global
En un comunicado, el Ministerio de Exteriores chino ha lamentado que la restricción «viola gravemente los principios de la economía de mercado y la competencia justa» e «interrumpe el funcionamiento de las cadenas industriales y de suministro mundiales», lo que perjudicará a empresas estadounidenses y chinas, pero también en otros países del mundo.
Conscientes del impacto que la restricción puede tener en su negocio, gigantes empresariales chinos como Tencent, Baidu, Alibaba y ByteDance (propietaria de TikTok) se habrían apresurado a encargar semiconductores de la firma estadounidense Nvidia por valor de 5.000 millones de dólares, según ha avanzado el ‘Financial Times‘.
La decisión de Biden vuelve a dar alas a una guerra tecnológica que tensa la ya compleja relación entre las dos mayores potencias del mundo. En los últimos años, el Despacho Oval ha maniobrado para imponer un bloqueo comercial que frene el desarrollo de su principal rival. El pasado octubre se restringió la exportación a China de chips, esenciales para la fabricación de las tecnologías más desarrolladas como la inteligencia artificial (IA), y en enero se apuntó directamente al gigante tecnológico Huawei.
Washington presiona al G7
Aunque aún no ha detallado cómo se aplicará, Washington ha urgido a los miembros del G7 a seguir sus pasos y adoptar un draconiano bloqueo de las inversiones en tecnología china, poniendo así palos a las ruedas al «entorno sólido para la cooperación económica y el comercio bilateral» que pide Pekín. Eso amenaza con escalar el problema y convertirlo en un foco de turbulencias multilateral.
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La Comisión Europea ha explicado este jueves que analizará «de cerca» la orden ejecutiva de Biden y que espera «seguir cooperando en este tema» con la Administración estadounidense. Un portavoz del Ministerio de Economía de Alemania ha ido más allá para confirmar que Berlín «participará activamente en este proceso», según declaraciones a Reuters.
El Reino Unido, por su parte, también está estudiando la medida para determinar si las inversiones de las empresas británicas en el gigante asiático pueden suponer un riesgo para su seguridad nacional. Londres y Washington sellaron un nuevo acuerdo el pasado junio para reforzar su alianza y profundizar su relación económica, tecnológica y climática.
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