El club de los penes tristes: hombres se reúnen para hablar sobre sus miedos y frustraciones sexuales
Son pocos los hombres que hablan acerca de sus miedos y frustraciones sexuales. En una sociedad coitocentrista, se les exige a las personas con pene que sean una máquina de penetrar. Esto, lejos de ser algo placentero, ocasiona que ellos tengan la presión de demostrar que son ‘suficientemente hombres’.
Es, por ello, que Jorge Caraballo, periodista colombiano, decidió crear un grupo virtual para hablar libremente de este problema masculino y decidió llamarlo ‘El club de los penes tristes’, el cual comenzó con una frase final de un ensayo que publicó en su blog personal «Afueradentro».
«Me avergonzaba hablar de esto porque pensaba que era un sufrimiento individual, pero ahora creo que expresarlo abiertamente puede servir para empezar una conversación donde nos sintamos vistos, acompañados, presentes. Necesito hablar con más hombres sobre esto. Me encantaría si algunos se animan a hacerlo», dice el ensayo titulado ‘Mi pene triste’.
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Fue entonces cuando recibió varios mensajes de hombres que querían conversar sobre su sufrimiento sexual masculino. Fue así como organizó la conversación en Zoom, en la cual se registraron doce hombres.
En ese espacio, ocurrido un jueves en la noche, se conectaron siete hombres. Todos colombianos entre sus 20’s y 40’s. Eran monógamos, poliamorosos, heteros, homosexuales, con hijos, sin hijos, en relaciones de más de una década y solteros.
«El miedo que tenía de verme obligado a echarme la conversación sobre los hombros se evaporó rápido. Solo sugerí unos acuerdos de confidencialidad para sentirnos seguros y luego hice una pregunta inicial para conocernos y romper el hielo. Partí yo respondiendo: ‘Llevo 13 años en terapia y todavía hay periodos en los que las disfunciones vuelven a afectar mi vida sexual. Me da miedo que esto vaya a acompañarme para siempre'», cuenta Jorge en un artículo para la BBC.
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Luego de romper el hielo, los demás participantes continuaron expresando sus impresiones sobre su vida sexual:
«Pueden pasar meses sin desear ni tener sexo con mi novia y no sé por qué si el resto de la relación funciona bien», dijo uno. «Cuando estoy teniendo sexo, mi mente suele irse a otro lado: a recuerdos de exparejas o imágenes porno», comentó otro.
«Soy gay y no obtengo ningún placer de relaciones sexuales sin un vínculo emocional o afectivo, pero la mayoría de personas esperan lo contrario de mí: sexo al grano y hasta la próxima», expresó uno de los participantes.
En ese momento, el periodista se dio cuenta de que varios de los participantes estaban preocupados por alcanzar los estándares implacables ‘del macho en la cama’ y que eso hacía que les cueste conectar con la otra persona durante el sexo.
«Quizás, en parte, es por eso que estamos tan obsesionados con el rendimiento sexual: ¿cuántos orgasmos le doy, cuánto aguanto, qué tan duro lo tengo, cada cuánto lo hago? Evaluando así nuestro rendimiento, sentimos que avanzamos en la carrera de superar a otros».
Luego de todo lo conversado, los miembros del club decidieron buscar alternativas para sentirse más libres y no pasar por este ejercicio de cuestionamiento en solitario.
«Reconocimos el daño que hemos y nos hemos hecho, pero también nos reímos, titubeamos en voz alta, compartimos herramientas y referentes que nos han servido en el camino. En general, fue un encuentro optimista: estamos rotos, sí, pero podemos elegir reorganizar las piezas en compañía. Decidimos que nos vamos a seguir encontrando mensualmente de manera virtual, porque estamos en cuatro ciudades diferentes», concluye el periodista.