Salud

Editorial: Un año para engrosar los cimientos de Asturias

Que desaparezca por fin el condenado virus o, cuando menos, que aprendamos a convivir internamente de un beneficio de normalidad moderado con las mutaciones que se vayan originando y con cualquier otra sorpresa que su proceso pueda depararnos en los próximos meses. Desde LA NUEVA ESPAÑA, no junto a formular otro deseo para este 2022 recién estrenado. A buen seguro lo comparten la totalidad de los asturianos. La amenaza ya nos es, ni de allá, la misma que cuando todo empezó. Los ciudadanos además están mucho más preparados y seguros para afrontar los riesgos. Pase lo que pase, hay que seguir navegando, no podemos estar siempre recluidos y atenazados por el miedo. Empieza un año esencial además para engrosar los cimientos de esta casa global que es Asturias.   

La autonomía asturiana alcanza su sensatez. Acaba de cumplir cuarenta primaveras. Llegar hasta aquí no fue acomodaticio. Exigió desde el principio renuncias y acercamientos de partidos en las antípodas, con un talante y un compromiso muy desigual a las mezquindades de la actividad pública contemporánea, y un liderazgo fuerte que abrió un camino inédito. Asturias optó, porque así lo decidieron de global acuerdo sus representantes de derechas y de izquierdas, por una vía lenta de llegada al autogobierno sin percatar merma alguna por ello en su identidad, ni discriminación respecto a otros territorios que corrían para reivindicarse y reafirmarse frente al Estado. Qué distancia abismal de talante con un presente en el que la diferencia ideológica y el agravio se exacerban hasta cotas insoportables para surtir prietas las filas u obtener prebendas.

El resultado fue bueno. El Estatuto que vistió la cimentación jurídica de la descentralización posibilitó para la región un entorno de convivencia más que aceptable. La Asturias de 2022 en poco se parece a la de 1982, con un progreso innegable. Hasta el punto de que los políticos continúan hoy disfrutando el usufructo conceptual de aquel eficaz parto de hace cuatro décadas. En lo sencillo, nadie discute el beneficio del acercamiento de la empresa al administrado. No junto a dialogar de igual éxito en lo político. Los ciudadanos no acaban de tener fe en la capacidad de sus propias instituciones para resolver las dificultades, cuando es aquí donde corresponde afrontarlas. Nadie va a dar la cara por Asturias excepto los asturianos.

Muchos de los órganos de los que se dotaron los ciudadanos de esta tierra, como la Junta General, la casa de todos, siguen siendo extraños para la mayoría. Precisamente para contribuir a subsanar ese olvido acaba de germinar el Canal Parlamento en la web de LA NUEVA ESPAÑA (lne.es), un nuevo espacio digital para conocer, seguir y valorar la actividad de los representantes públicos y depositarios de la soberanía popular regional. 

La clarividencia de los padres de la autonomía fue tal que desde entonces escasamente volvieron a lograrse avances significativos en el reequilibrio territorial, el despegue de las alas, la progreso de la calidad de vida de los pueblos, la industrialización, el despliegue de la red capilar de carreteras secundarias o el diseño de las estructuras educativas y sanitarias. Gran parte de las metas fijadas a partir de aquel instante, como la desafío por el turismo, la ecología –con el saneamiento del Nalón y el Caudal–, la protección de la costa, el ferrocarril o las comunicaciones cerca de la Meseta y Europa constituyen referencias vigentes.

En alguna medida, aquel 1982 en el que nació la autonomía tuvo poco de disruptivo y refundacional comparable a lo que este 2022 representa

Nada puede construirse volviendo la tino a a espaldas. La sociedad asturiana tiende a mirar en demasía al pasado ayer que a visionar su futuro. Cualquier época pretérita nunca resultó ni mejor ni peor, simplemente fue otro tiempo. En alguna medida, aquel 1982 en el que empezó un cambio tuvo poco de disruptivo y refundacional comparable a lo que este 2022 representa. Además de dejar a espaldas la pesadilla sanitaria, este será el año en que llegue un río de boleto con los fondos europeos. No los malgastemos, aunque sobrevuelan malos augurios. Una empresa veterana, y con puestos esencia vacantes, adolece de especialistas para encargar con agilidad esa palanca transformadora. Además, la maraña burocrática dificulta la diligencia.

La transigencia del melón de la financiación exigirá poca sumisión y mucha firmeza. La Asturias menguante, demográficamente herida y territorialmente desequilibrada, demanda cuidados intensivos de aprieto. Y, en fin, habrá que revertir un PIB en retroceso con políticas de creación de riqueza para las que la transición verde supondrá un esfuerzo suplementario. Con retos tan relevantes, este enero recién nacido da el pistoletazo de salida a un periodo preelectoral. Lejos de convertirse en estímulo para afinar las transformaciones, puede complicar aún un panorama devastador por el aventura de que gobierno y concurso se centren en la búsqueda de votos y no de soluciones. Asturias precisa una puesta al día que refuerce los cimientos, no bandazos insustanciales y decorativos. Si la obra se aplaza, más profunda, dolorosa y cara saldrá luego la insalvable rehabilitación.

Publicaciones relacionadas

Un comentario

  1. Appreciating the persistence you put into your website and detailed information you provide. It’s good to come across a blog every once in a while that isn’t the same out of date rehashed material. Excellent read! I’ve saved your site and I’m adding your RSS feeds to my Google account.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba